¡Hola de nuevo compañeros y compañeras anti-anTICuados!
Esta esta entrada, correspondiente a la práctica nueve, os presento mi relato sobre cómo será la educación en 2030. Espero que os guste y que algunos aspectos se cumplan en un futuro no muy lejano.
Eran las 8.30 de la mañana de un martes cualquiera, Julia y su hija Nairobi (sí, la exitosa serie de aquella plataforma de pago tuvo otras consecuencias aparte de que medio mundo tarareara el Bella Ciao) desayunaban alrededor de la mesa del comedor preparándose para el inicio de una nueva jornada. Nairobi combinaba a la perfección los movimientos del brazo derecho que llevaba la comida del plato a su boca, con los movimientos del brazo izquierdo, cuya mano se encargaba de teclear a toda velocidad en un Ipad de última generación. Julia, que para ella los momentos de la comida seguían siendo sagrados y por lo tanto libres de tecnología, regañó a su hija.
- Julia, por favor, estamos en la mesa.
- Pero mamá, es que tengo un examen importantísimo a primera hora. Estoy acabando de repasar.
Ante esta razón de peso, Julia no pudo más que claudicar. Fijó la mirada en su hija y le abordó la nostalgia. Ella, que había aprobado a la primera las oposiciones y se había incorporado al sector docente llena de entusiasmo e ideas nuevas para la enseñanza, había experimentado en su propia piel como poco a poco los manuales físicos iban desapareciendo y todos los contenidos se digitalizaban y aquellas propuestas innovadoras resultaban obsoletas. A pesar de que los cambios facilitaron la enseñanza, ya que se dotó de suficientes recursos tecnológicos a todo el sector estudiantil acabando con la exclusión por motivos de capital, egoístamente no podía evitar echar de menos el incomparable olor a libro físico.
Las palabras de su hija la sacaron de sus pensamientos. Con medio cuerpo ya fuera de casa le decía a su madre que le deseara suerte y que se verían por la tarde. A causa de la gran pandemia en 2020 que mantuvo encerrados en sus casas y alejados de las aulas a estudiantes de todo el mundo se reconoció la labor de los docentes y la necesidad de invertir en educación. Como consecuencia, se priorizaba la enseñanza presencial, y se habilitaron los centros escolares con la última tecnología educativa lo que provocó lecciones más dinámicas y cooperativas. Además, aparte de las materias relativas a la formación académica como literatura, lengua, biología, matemáticas, ect. se ofrecían talleres vinculados a la formación personal del individuo cuyas actividades iban a ser necesarias a lo largo de su vida. Por ejemplo, se aprendía a gestionar las emociones y a cuidar la salud mental de los jóvenes; se enseñaba a realizar trámites relacionados con la economía y la administración básica como la declaración de la renta; o se interpretaban discursos políticos con el fin de esclarecer los ideales políticos de cada partido y preparar a los jóvenes para ejercer su derecho a voto de manera crítica, entre otros.
A pesar de que Julia añoraba aquellas clases de libros y apuntes, no podía estar más orgullosa de como había evolucionado el sistema educativo. Era amplio, igualitario, basado en valores y con el objetivo de formar no a abogados, cocineros, profesores...sino a individuos críticos, respetuosos y con pasión por su futuro oficio.
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